Las emociones están implicadas en muchos procesos psicológicos como la
atención
y además pueden provocar
estrés
y mantener la
ansiedad.
En cualquier caso puede hacer una consulta al
psicólogo online.
La emoción puede entenderse como un proceso del organismo que se desencadena por un estímulo (externo o interno) y que nos prepara para dar una respuesta.
Al percatarnos de la emoción el organismo se prepara automáticamente para responder.
Etimológicamente deriva del latín e-movere, e-moción sería lo que antecede al movimiento y la acción.
Casi todos hemos tenido la experiencia de ir paseando tranquilamente y ante los ladridos de un perro asustarnos y movernos en dirección contraria, o bien estar sentados en el sofá y ante la llegada de un ser querido largo tiempo esperado levantarnos corriendo para ir a abrazarlo.
Estas dos vertientes puestas de ejemplo son las que las investigaciones llevadas a cabo han puesto de relieve.
De un lado la emoción focaliza nuestra atención y nos activa más o menos y eso es perfectamente medible, por ejemplo mediante la sudoración de la piel (lo que aumenta la conductancia de la misma y puede medirse con un aparato con pinzas en los dedos que mida la conductancia) o también mediante el aumento del ritmo cardiaco ya que el corazón late más deprisa, es decir, el organísmo se prepara para la acción.
De otro lado la valencia, la emoción nos resulta agradable o desagradable, positiva o negativa, nos motiva a acercarnos al estímulo (ser querido) o a alejarnos del estímulo (perro que ladra), así las principales emociones son ira y alegría.
Además las emociones tienen un componente de comunicación social o ambiental, de manera que mediante los gestos o la expresión facial el individuo expresa automáticamente la emoción de ira o alegría mediante el tono de voz, gestos y sobre todo la expresión de la cara. Esto facilita la comunicación de la emoción a los demás.
Aquí es importante ver la diferencia entre la ira, el miedo y la tristeza.
La ira aparece cuando vamos a perder algo y el estímulo está presente (alguien nos está atacando y vamos a perder la vida), el miedo aparece cuando percibimos el estímulo peligroso y anticipamos que vamos a perder algo, y la tristeza después, cuando el estímulo peligroso ya ha desaparecido y hemos perdido algo (por ejemplo nos han robado por la calle, el ladrón ya se ha ido y tenemos ganas de llorar porque estamos tristes).
En esta situación concreta vemos una activación de respuesta cuando el estímulo estresante aparece, reacción que sirve para dar respuesta a la situación concreta y luego una bajada de la activación hasta el nivel normal del organismo, como puede verse en el gráfico siguiente.
Sin embargo, cuando la activación no se produce por un estímulo concreto que desaparece, si no que es producto de un miedo difuso ante una situación de posible amenaza que anticipamos como real (por ejemplo me voy a quedar sin trabajo, y ya lo estoy viviendo tiempo antes del posible despido) el estrés y la activación del organismo no disminuyen, si no que se mantienen en constante alerta alimentada por procesos que muchas veces son mentales o psicológicos. Esta constante activación es un factor de riesgo para la salud.
En el siguiente gráfico puede verse un esquema de lo que sería el estrés crónico.
En la emoción el organismo NO se activa por una orden racional dada por el cerebro, si no que la simple percepción de la emoción activa el mecanismo de lucha-huida o de acercamiento activando el organismo, y una vez activado es cuando somos conscientes de lo que pasa.
Científicamente, podemos decir que desde la psicología y neurobiología la emoción es lo que antecede a la activación de nuestro organismo, o lo que origina esa activación. La emoción ha sido estudiada, aunque poco, ya que otros aspectos como la memoria, el aprendizaje o la conducta se han investigado mas a fondo. Sin embargo, en los últimos años, hay un interés creciente por la investigación de la emoción y sus implicaciones psicológicas.
Los circuitos cerebrales implicados en la emoción son los más antiguos y están en la parte interior del encéfalo, mas cercana a la médula espinal, son principalmente la amígdala y el hipocampo. El hipocampo está muy relacionado con la orientación espacial y con la memoria, con saber donde estamos ubicados y con recordarlo. Es decir, cuando tenemos una emoción fuerte como miedo o alegría intensos el organismo graba toda la información en la memoria episódica, de manera que todo lo relacionado con el estímulo que desencadena la emoción queda grabado (lugar, temperatura, luz ambiente, objetos o personas que hay alrededor...).
De esta manera la memoria nos hará recordar el lugar donde tuvimos un mal episodio como un atraco o un buen episodio como el lugar donde nos dieron el primer beso.
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